Amarillo ocre, amarillo mostaza, amarillo pajizo, amarillo limón. Y amarillo Leclerc. Este es el color que más luce en la calificación del Gran Premio de Monza, donde el piloto de Ferrari, excepcionalmente con un mono totalmente amarillo, domina la búsqueda de la pole y saldrá por delante de todos en el Gran Premio de su casa, donde ganó en 2019 al final de una carrera extraordinaria.
Es inútil ocultarlo, el monegasco apunta a ganar y el planteamiento es de los acertados. La pole se la llevó en el bolsillo dadas las penalizaciones a Pérez, Sainz y sobre todo a su rival Verstappen, pero también se la llevó de hecho además de seguir el juego de contratiempos en parrilla.
Suya es la mejor vuelta y el volante lo vale, y el hecho de que tenga un Mercedes en apuros en Monza, el de Russell, a su lado, y no el rival de las últimas esperanzas del Mundial (el campeón del mundo holandés saldrá solo séptimo), es una oportunidad demasiado buena para no aprovecharla.
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