Una nueva fractura eruptiva se abrió en la península de Reykjanes, Islandia, a unos kilómetros de Grindavík, extendiéndose hacia el sur y superando las barreras de protección de la ciudad.
También, surgió otra fractura más pequeña a solo 500 metros del área urbana, aumentando el riesgo para la localidad.
Las autoridades evacuaron a residentes, trabajadores y turistas, aunque ocho personas decidieron quedarse en la ciudad por su cuenta.