En el balcón del Palacio de Buckingham sólo apareció el núcleo duro de los Windsor. La Reina, de 96 años y ha conmemorado 70 en el trono, dice que servirá a los británicos mientras siga teniendo fuerzas Durante unas horas se temió que Isabel II hubiera quedado reducida a un holograma, ya que en el carruaje dorado estilo Cenicienta que desfiló por el Mall de Londres sólo viajó una imagen suya de 1952. Pero los miedos se diluyeron a última hora de la tarde cuando la reina, en la guinda de los festejos de cuatro días para conmemorar sus setenta años en el trono, apareció a los 96 cumplidos, fresca como una rosa, en el balcón del Palacio de Buckingham. Y no sólo hizo un acto de presencia simbólico sino que prometió a los británicos que, a pesar de los problemas de movilidad que reducen cada día más su participación en actos oficiales (no estuvo en la misa de la catedral de San Pablo ni el derby hípico de Epsom), está comprometida a “seguir sirviéndolos” hasta donde le lleguen las fuerzas.
En el desfile por el Mall, un recorrido de tres kilómetros, participó Isabel pero tan sólo simbólicamente, un holograma como los de los cantantes de Abba que estos días dan conciertos en Londres, a bordo de un carruaje con 260 años de antigüedad, máxima expresión de la pompa real.